Por Juan José Hidalgo Núñez
PEQUEÑA INTRODUCCIÓN
La antigua estación de Calañas del ferrocarril Zafra-Huelva fue un vivero de personajes a cada cual más digno de mencionarse en esta serie de Momentos y Personajes.
Según observamos en la foto de la portada, justo al lado del edificio principal y adosado a él, vemos un pequeño edificio. Era LA CANTINA. Un bar, con un mostrador al exterior cubierto de un toldo para guarecerse del agua o el sol y que daba servicio a los viajeros, a los calañeses que esperaban para coger el tren, a los que esperaban a viajeros o mercancías, a madrugadores, a trasnochadores, que acababan allí ya por la mañana… En fin, se puede uno imaginar el trasiego de personas que pasaban por allí, sobre todo en las horas de las paradas de los trenes.
La cantina estaba regida por Pepe (Pepe el de la cantina) que vivía con su mujer en el propio edificio de la cantina.
Pepe siempre tuvo claro que, mientras le durara la concesión, tendría unos ingresos no excesivos, pero sí bastante estables y que además tendría techo asegurado.
Pero también tenía claro que eso no duraría siempre y trató de asegurarse su vida, ya bastante avanzada por entonces, y por eso montó otro negocio fuera de allí.
Montó una fábrica de gaseosas, sifones y hielo que no existía en Calañas y que daba servicio a todos los bares del pueblo. Estaba situada enfrente, aunque un poco más arriba, de donde hoy se encuentra el Centro de Salud. Creemos que es el local que hoy ocupa una ferretería.
Dolores García Silva, sobrina de la mujer de Pepe, tuvo la titularidad de la cantina, suponemos que por cesión de Pepe. Lo confirma este anuncio del Programa de Feria de 1953
Anuncio insertado en el programa oficial de Feria de 1953 (Archivo del autor)
En esas fechas de la Feria, Dolores tendría unos 35 años.
Con todo el cariño, vamos a referir que esta mujer mantuvo una relación muy duradera con otra persona muy conocida y querida en Calañas, Alfonsito, el de la droguería.
Alfonso, regentaba, junto con sus hermanas, una droguería muy conocida, sita en la calle Murillo (hoy tramo señalado como c/ Padre Jesús Cautivo) y casi enfrente a la c/ Quemada.
Marcada con un círculo rojo, la situación de la droguería de Alfonsito. Fuente Google maps.
La relación de noviazgo
de Dolores y Alfonso fue muy duradera. Comenzó allá por el año 40 y al
final se quedó en eso, en noviazgo. (Posteriormente hemos sabido que celebraron su boda en la propia Cantina.- Le debemos la información a Rafa Gromero y también a Pepa Rachón, persona muy cercana a Dolores; ver esta entrada a través de Facebook y los comentarios de Rafa y de Pepa)
Sí sabemos que Alfonso iba casi todas las tardes a visitar a Dolores y las habladurías del pueblo atribuyen una anécdota a esta pareja que nadie puede corroborar salvo los protagonistas, y ahora ya nadie, y es que cuando una tarde-noche llegó el novio y le propuso a la novia pasar a la habitación y apagar la luz, la novia se hizo a la idea de posibles proposiciones amorosas. Cuál no sería su sorpresa, cuando Alfonsito, subiéndose la manga de la camisa, le dijo "mira que reloj fluorescente me he comprado ¡Qué bien se ve!"
Fueron dos buenas personas y sabemos que Dolores acabó sus días en la Residencia de Ancianos del barrio de La Orden en Huelva.
DONDE TERMINABAN MUCHAS JUERGAS…
Durante toda la década de los 50 y mucha parte de los 60, las autoridades eran bastante permisivas si se juntaban algunos muchachos con una guitarra y salían a rondar a alguna chavala que les gustara. Salvo en los domicilios de las afortunadas, la juerga se desplazaba a los extrarradios (molino de viento, huerta del Real, charca del lavadero, la era del chalet, las diversas fuentes del pueblo, …)
Como Pepe abría la cantina muy temprano, muchas de esas juergas acababan en la cantina de la estación. En más de una nos vimos involucrados y otras las recordamos los que vivíamos enfrente de la estación.
Nos referiremos a una que recordamos fielmente.
D. Dionisio Ortiz, nuestro cura párroco llegado recientemente, organizó durante dos veranos seguidos (organizó otras más, pero con otros protagonistas) unas veladas en el cine de verano para ayuda de los necesitados de la parroquia. En estas dos jornadas se valió de unos incipientes artistas del Alosno, los que luego serían los Hermanos Toronjo. Hasta ese momento en Calañas se les conocía como Los Alosneros.
El primer año actuaron Pepe y Paco desinteresadamente y el acto fue todo un éxito. Lleno de público, el cine atronó con sus ovaciones la actuación de los artistas. Al año siguiente, cuando D. Dionisio volvió a intentarlo, se encontró con la negativa de Pepe (ya tenían un caché y quería cobrar) Sin embargo Paco dijo que no podía dejar tirado a D. Dionisio (así de desprendido era Paco) y se presentó en Calañas y volvió a actuar otra vez desinteresadamente, con gran éxito. Estuvimos en las dos actuaciones y recordamos el gran ambiente del cine.
En esta última ocasión, Paco llegó acompañado de un personaje, muy amigo suyo, muy querido en Alosno, gran letrista de sevillanas y, además, rapsoda (que le pregunten a Los Marismeños) y que al correr de los años fue el Cronista Oficial de la Villa de Alosno. Se trata de Santiago Osorno, un alosnero de pro.
Claro, conociendo el
percal, no nos cabe ninguna duda, de que después de su actuación, Paco y
compañía, se liaron de copas ya desde el ambigú del cine. Y siguientes...
¿Y dónde fue a acabar esa juerga? No podía ser otro sitio, en la cantina de la estación. Iban, Paco y Santiago, acompañados de un calañés, que nos dejó hace tiempo, Diego Palacios.
Recordamos oírle a Paco, desde la casa de los Núñez, enfrente de la estación, un fandango que hizo que asomaran las lágrimas a nuestros ojos.
La anécdota final de esta juerga, nos la contó el propio Santiago Osorno en una visita reciente que le hicimos a su casa en Alosno.
Paco Toronjo con Santiago Osorno
Fue que, a la salida de Calañas para el Alosno, la Guardia Civil paró al taxi y Paco, dentro del taxi, cantó este fandango
Los civiles me prendieron
Y al vé a mi madre llorar
Los civiles me soltaron…
Me soltaron dos guantás
Por la leche que mamaron
y el cabo de la Guardia Civil, que lo oyó, le dijo al taxista "ande, siga, no sea que proceda a ejecutar lo que ha cantado ese"
Parece ser que el cabo resultó ser un admirador destacado del cantaor y luego contaba la anécdota hartándose de reír.
Estos párrafos últimos, van dedicados a nuestros amigos alosneros SANTIAGO OSORNO, que nos acogió amablemente en su casa y nos contó mil historias de las que había vivido con Paco Toronjo y a CARLOS CARPINTERO que nos facilitó la entrevista con Santiago.
Creemos que, con estos pocos datos, podemos imaginarnos lo presente que estuvo LA CANTINA en la vida social del pueblo.
bonito recuerdos, pues los viviiii...muchaas gracias. saludos.
ResponderEliminarGracias también por ver esta entrada. Saludos
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