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La exaltación de la saeta en Calañas, por José María Romero Castilla

Publicado por : elmorante.es a : miércoles, 1 de abril de 2015 0 comentarios
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Por Elmorante.es

José María Romero Castilla  






















El pasado 28 de marzo en la peña flamenca "Gonzalo Clavero" de Calañas, tuvo lugar la XXV exaltación de la saeta.
Un acto esperado por todos los amantes de un cante, donde el rezo, el flamenco y la pena parecen conjugar una perfecta simbiosis.
Sonía León, fue la saetera escogida, que interpretó con gran acierto y sentimiento este palo, que tanto ha ido bebiendo del flamenco en su evolución. Nadie mejor que ella, que ya sabe lo que es regalarle varias saetas a nuestras procesiones de Semana Santa, para entonar el llanto de su alma con tanto arte.

Sonía León




Este acto, que lleva ya un cuarto de siglo celebrándose en Calañas, se caracteriza por despertar los sentimientos desde antes de que llegue a entonarse la propia saeta, como ya ocurrió el año pasado. Esa es la difícil labor, de saber emplear  un discurso capaz de explicar a la vez que de emocionar. Un lenguaje que José María Romero, el exaltador elegido para este año,  ha sabido dominar de manera magistral, para hacer un recorrido por la historia de este cante, a la vez de sumergirnos en él con su propia saeta en forma de texto, el cual hemos querido agregar al completo en este artículo: 


EXALTACIÓN A LA SAETA  (Por José María Romero Castilla) 

Saeta ¿de dónde vienes?
¿Quién te dio tu nacimiento?
¿Quién te lanzó por los aires
estremeciendo los pechos?

¿Quién en luna conmovida te fue
acunando en los tiempos
y velaba por las noches
la placidez de tus sueños?

¿Quién te dio eco de bronce?
y quién tanto sentimiento
que dejó sobre tus letras
sangre cuajada en lamento.

¿Por qué vas cortando el aire?
¿Por qué llevas tan adentro
de tu corazón sonoro agonía y
sufrimiento?

Agonía traspasada
que va creciendo en tus tercios.
Agonía que contigo
se encarama por el viento.



Con estos versos prestados por el poeta jerezano José Luis Zarza¬na Palma, y con el poco conocimiento en mi más que ligera iniciación flamenca, comparezco ante ustedes para exaltar la magia, escueta y rotunda, de la saeta. Milagro de treinta y tantas sílabas que es capaz de sobrecoger del ánimo con el sobresalto del cante.

Cada pueblo español tiene su forma de vivir la Semana de Pasión, según sus tradiciones. En San Vicente de La Sonsierra, en La Rioja, están los picados, que repiten la flagelación. En la extremeña Valverde de la Vera procesionan los empalados, unos penitentes que caminan descalzos, llevando sobre sus hombros un timón de arado sujeto por una soga de esparto que le envuelve torso y brazos desnudos, hasta dejarles sin aliento. En Calanda miles de tambores romperán la hora al mediodía del de Viernes Santo. Según la tradición, es la hora en la que murió Cristo.

En Andalucía, y también en Murcia, Extremadura, Castilla-La Mancha y hasta en Castilla-León, la piedad se transforma en quejido y lamento profundo. Es la saeta, un canto popular que se ejecuta al paso de las procesiones. Es una comunicación sentida y profunda entre el cantaor y la imagen de Jesús o la Dolorosa. De ahí su origen, de la palabra latina sagitta, saeta o flecha, que expresa muy bien esta plegaria, ya que este cante se clava en el corazón de todo el que lo escucha.

Pero, ¿cómo exaltar la saeta?, ¿Cómo hablar de algo cuya belleza reside en sí misma?
Al igual que la mejor manera de hablar de la risa es riéndose, la mejor manera de hablar de una pintura es apreciándola o la mejor manera de hablar del amor es amando, la mejor y única manera de hablar y exaltar la Saeta es escuchándola.


CON INFINITA DULZURA
DEJA QUE EL AIRE TE DIGA
Y REPITA CON TERNURA
QUE HASTA LLORANDO ERES GUAPA
MI VIRGEN DE LA AMARGURA.

Pero hablemos de la saeta: ¿quién cantó la primera saeta?, ¿cuál es su evolución melódica?; ¿la saeta flamenca es eso, evolución, es transformación del cante llano, o ninguna de las dos cosas?
En el origen de la saeta no existen verdades inmutables, por más que el magisterio de don Antonio Mairena fuera rotundo al asegurar que “la saeta nunca fue un cante flamenco, ni tuvo tal cuerpo siempre” Veamos a continuación tres vertientes religiosas y originarias de la Saeta.

El origen de la música y del metro de esos sentimentales cantares hay que buscarlo en los almuédanos El almuédano, almuecín o muecín es, en el Islam, el miembro de la mezquita responsable de convocar a viva voz a la oración o adhan, con una frecuencia de cinco veces al día, desde el minarete o el alminar de la mezquita.
Los almuédanos de las mezquitas de Córdoba, Granada y Málaga, a sus pregones convocando a la oración, ya expresados con estilo, añadieron oraciones y lamentaciones versificadas. Y así, con ese acomodo melódico, daban a conocer sus cualidades cantoras y, como resultado, obtenían el reconocimiento y la buena retribución de su cargo. Además, los barrios se vanagloriaban de contar con el mejor almuédano.

Por lo que respecta a los judíos, los que aceptaron el bautismo para no ser expulsados de la península, nunca renunciaron a sus ritos religiosos y en sus cantos pedían perdón a Dios/Yavé por los falsos juramentos realizados para su conversión al cristianismo. Así nacieron las salmodias, que luego, con el paso del tiempo, se transformaron en cantos religiosos.

El ascendente cristiano nos lleva los antiguos cantos procesionales de los franciscanos que interpretaban “saetas penetrantes” con motivo de las procesiones de penitencia. Cada cual las cantaba a su manera, según Dios y sus facultades le daban a entender. Entonces de dos a cuatro versos, no aplicadas a la Pasión del Señor ni a los Dolores de la Virgen, sino al arrepentimiento de los pecados y a la buena confesión. Por eso los avisos y las sentencias, cantadas en forma de coplillas o jaculatorias por los padres franciscanos, allá por el XVI y el XVII en sus misiones callejeras, se conocerían con el nombre de saetas; bien distintas, ya se ha dicho, pero con el mismo nombre, por no decir origen, de las que esta noche escucharemos.

¿Cómo se piensa salvar
quien no quiere confesar?

Hombre que estás en pecado
si esta noche te murieras,
¡mira bien a dónde fueras!

La gula engruesa los cuerpos
con sus regalos profanos
para cebo de gusanos.

En estos ejemplos de jaculatorias, o saetas penetrantes, podemos observar la disparidad métrica de las coplas o avisos religiosos con respecto a las formas de la saeta. Aquellos cantos solían componerse como pareados o tercetos, e incluso con otras estrofas y métrica libre. Pero la configuración de la saeta, como es sabido, responde al canon de cuatro o cinco versos octosílabos.

La saeta antigua y popular: una plegaria devota

Más sólida es la relación de la actual saeta con los también antiguos romances de Pasión y las coplas que se cantaban en los Vía Crucis. Es fácil suponer, por tanto, que partes de esos romances, especialmente recordadas por su belleza y capacidad evocadora, sí que se hayan mantenido en la memoria popular del cante para adquirir entidad propia en forma de saeta.

En cualquier caso, en las primeras décadas del siglo XX, la melodía de estas saetas antiguas, cuando no casi un recitado, era monótona -solemne, sencilla, simple, austera, pausada, sobria, de entonación grave; sin mayores preocupaciones “artísticas” por parte de quienes las cantaban: el pueblo sencillo como prueba de devoción a las Imágenes y para expresar sentimientos religiosos, con poco cuidado a la atención que pudiera prestársele al cante.

Sin embargo, de las modificaciones que los intérpretes de cada localidad hicieron de las antiguas y primitivas saetas, surgieron las propias y autóctonas de determinados pueblos: cuarteleras de Puente Genil, samaritanas de Castro del Río, las saetas del Prendimien¬to, las de Cabra, las marcheneras...

Podemos concluir que la saeta primitiva, vieja, antigua, llana o popular, no es difícil de situar como eslabón intermedio entre los cantos religiosos y el cante por saetas. Esto es, se sitúan en una zona de transición porque, aunque melódicamente estén más cerca de las austeridades religiosas, sus letras ya entroncan con el relato de la Pasión y, sobre todo, las canta el pueblo como expresión de sentimientos bien devotos o exaltados. Poco camino queda para el virtuosismo y la conquista flamenca del cante. ¡La saeta flamenca!


A LA VOZ DEL CAPATAZ
CALAÑAS SE HACE PAÑUELO
CON EL PAÑUELO COSTAL
CON EL COSTAL COSTALERO
PARA PODERTE LLEVAR

La saeta flamenca: de la plegaria al espectáculo

Hay quienes dicen que cuando la saeta se aúpa a los balcones cambia de carácter: “Desde el instante que el cantaor flamenco o no, abandona la calle y se alza sobre un balcón para, desde allí, cantar su saeta, ésta deja de ser plegaria y se convierte en espectáculo. Sensitivo y emocionante, pero espectáculo al fin y al cabo, que se premia con ovaciones y olés” . Tal vez “saetas de exhibición”.

Pero hasta en esto hay recorrido. Un momento es aquél en el que el cantaor se afana en interpretar las saetas antiguas con modulaciones flamencas, y otro más cercano e impreciso en el que la saeta se hace plenamente flamenca. En definitiva, la última transición, ya en clave flamenca, nos lleva desde el cante piadoso de los cantaores “ya que todo lo que canta un flamenco suena a flamenco, aunque melódicamente no lo sea”, hasta las maneras virtuosas del cante flamenco aplicadas a la saeta moderna y que la apartan, claro está, de la llana o vieja. “Por eso hacemos dos distinciones: saetas "aflamencadas", las que conservando música antigua interpretan los cantaores flamencos viejos, y saetas modernas o flamencas, las que se crean a partir de una fecha, no determinada históricamente, con melodía y expresión totalmente distinta a la anterior”.

Las Saetas Flamencas que ahora se interpretan tienen 4 o 5 versos de 8 sílabas. Los estilos, aunque con distintas variantes, son básicamente tres, y corresponden a palos muy conocidos: saetas por seguiriyas, martinetes y carceleras de Puente Genil.



En la siguiriya “no cabe sino la raíz del dolor” porque es un cante grande y de misterios trágicos, en el que se dan cita las más ancestrales tristezas, el dramatismo de las emociones, los desgarros de la vida, las penas y desconsuelos, las heridas y desolaciones… en un catálogo de quejios y lamentos con el que la voz alcanza las abruptas cumbres de lo sublime.


En los martinetes y carceleras toma fuerza la desesperanza, bebiendo de la fuente de las tonás. Tiene el martinete la cadencia del martillo pilón y el repique de las herrerías, para que la voz se haga temple en el regusto del cante. Y con tales soportes, la saeta, cante virtuoso, no puede sino conmover a la audiencia y hacerse con un espacio tan propio que, como dicen los entendidos: “El martinete ya no suena a martinete, sino a saeta”

ENTRE VARALES DE PLATA
VA SUFRIENDO MI AMARGURA
YO TE QUIERO CONSOLAR
PARA QUITARTE LAS PENAS
Y ASÍ TU CANTO ALIVIAR

La saeta es Pasión y Calañas Vía Crucis

Tras el prodigio de estas saetas, pocas palabras valen, porque la saeta no sólo “está” en la Pasión, sino que “es” pasión. De otra forma no puede entenderse esta apoteosis de voces desgarradas, este sufrimiento de gargantas devotas que acompañan al suplicio de Cristo y a los tormentos de su Madre. Por eso se cantan las saetas en Semana Santa y por eso, también, los saeteros provocan un revuelo de emociones enraizadas en la fe de los creyentes o en el ánimo de quienes se acercan al misterio exaltado de las saetas.

Dicen de las saetas, que las hay “narrativas”, “descriptivas” o “explicativas”, para contar la Pasión y Muerte de Cristo, muy cercanas a los romances y coplas primeras; “afectivas”, para manifestar sentimientos y emociones; “laudatorias”, que ensalzan y alaban; “rogativas”, para hacer plegarias, ruegos o súplicas a Cristo o a la Virgen; y “exhortativas”, cuando se ordena e indica algo a determinadas personas. Todas nos sirven para recorrer el prodigioso Vía Crucis de Andalucía con la ofrenda mayor del cante.

Incluso se puede especificar la Saeta REPUBLICANA por su alto significado político, cantadas en años en los que no se permitían las procesiones:
Se dice en el banco azul, que España ya no es cristiana, y aunque le duela al Congreso, aquí quien manda eres tú,¡Estrella de la Mañana!
Silencio pueblo cristiano/ dobla en tierra la rodilla/ ahí dentro está el Gran Poder, el amparo de Sevilla/ ¡Y no lo podemos ver!!
Son ejemplos de estas últimas
Pero al fin y al cabo, la saeta es rezo, más o menos sentido, pero rezo. En Andalucía en general, y en Calañas en particular, la Semana Santa es Rezo.

Toma especial énfasis en nuestro pueblo el Jueves Santo, con la salida de nuestro padre Jesús Cautivo y María Santísima en su Amargura:
La imagen sobria y serena de Nuestro Señor, pasa por la oscura noche haciendo el bien y curando a cuantos oprimidos y desahuciados salen a su paso.


Fíjate Cautivo si eres humilde que hoy caminas solo. María, tu Madre en su Amargura está, pero no está. Adivinamos su figura pero no la vemos. Caminas descalzo. Tus pies doloridos, tus manos atadas. Lo que ayer eran pétalos sobre tu cabeza hoy es una corona de espinas. Tu cara refleja el dolor y el sufrimiento de una condena. La tenue luz de las velas reflejan tu figura en las blancas fachadas de la calle donde para aliviar tus penas rezará tu pueblo.


Reza el costalero a su manera, sufriendo, penando, queriendo aliviar en su cuello la carga que nuestro Padre Cautivo tiene para con nosotros.

Tú, costalero, que no sabes
rezar la Salve, quizás:
si cuando lo saques, meces
el paso, con buen compás,
aunque no sepas la Salve,
Dios te lo perdonará...
¡que mecer así a la Virgen,
ya es un modo de rezar!

Rezan los nazarenos, suplicando por sus pecados y por los nuestros, acompañando a su Madre, para que rodeado de sus hijos, su Amargura sea más llevadera.


Y Calañas reza y llorar cuando tiene a Jesús y a su Madre delante, y tú como cristiano, te haces partícipe de su llanto y piensas en lo que ha de estar pasando por las mentes calañesas. A veces lo sabes, y mientras te alejas, rezas, y le pides a Dios que escuche sus plegarias.

Ves a las mujeres, que en su caminar de promesa, no apartan la vista del cielo. Y tú, inconscientemente, compartes el dolor de sus pies descalzos. Ves a los ancianos, los mismos que recuerdan la salida nuestros titulares de la Ermita de los Santos Mártires. Y tú, sin haberlo vivido, compartes sus recuerdos, y ruegas al Cautivo para que el próximo año, ese anciano vuelva a mirarle a la cara.

Y sobre todo, te ves a ti mismo, te ves compartiendo sentimientos, te ves entregado a tus iguales, te ves partícipe de las alegrías y penas de tus paisanos, te sientes arropado por Dios y rezas.
Y en medio de este sinfín de emociones, silencio. Calañas reza, y mientras reza Canta.



AMARRÁS LLEVAS TUS MANOS
Y EN TU ROSTRO TRAES DOLOR
EN SILENCIO PERDONANDO
VIENE CAUTIVO EL SEÑOR
Y EL PUEBLO LE VA REZANDO

No quisiera bajarme de este escenario sin agradecer a todo el público su asistencia, autoridades y hermandades invitadas, compañeros peñistas y cofrades, familiares y amigos todos, Gracias.

Gracias a la Directiva de la Peña Cultural Flamenca, Gonzalo Clavero Vázquez, por confiar a un servidor un cargo, que habiéndolo realizado, sigo pensando se me queda demasiado grande. Yo no sabía de saetas cuando se me comunicó este encargo, pero hay una persona, flamenco y peñista de los buenos, que me dijo que no podía decir que no, que yo tenía que aportar mi granito de arena a esa Peña que él tanto quiere.
Papá, espero haber sido digno de tal encargo.











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