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Aquellos juguetes de nuestra niñez

Publicado por : elmorante.es a : viernes, 26 de febrero de 2016 0 comentarios
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Los bolinches
Por Cristóbal Llanes Baquero 

Con éste tema muchas personas podrán por unos momentos trasladarse a etapas vividas hace ya algunos años y pretendo solo que nos sintamos un poco nostálgicos, que es algo que como bien decía Don Cristóbal Arenas en uno de sus artículos, la nostalgia “ Es tan flexible que puedes dilatarla en el tiempo y volver a vivir una y mil veces los momentos más agradables ocurridos en tu vida”.
ALGUNOS JUEGOS DE ANTES

Los juegos de nuestra época y los de otras generaciones algo más lejanas en el tiempo, no podían ser una excepción, y no lo fueron; también fueron desapareciendo poco a poco y olvidándose para siempre o transformándose en algo parecido de lo que fueron y algunos tuvieron la gran suerte de perdurar a lo largo de los años y adaptarse en sus bases fundamentales a los nuevos tiempos.

La tángana
LA ¿VILLALBA? O ¿VILLARDA?

Era un pequeño palo afilado en sus dos puntas y con una longitud de unos 20 centímetros, que se colocaba entre dos piedras al principio del juego, y con una vara más grande se le metía por debajo, se levantaba y golpeaba hasta lanzarlo lo más lejos posible.

El siguiente jugador, donde cayera la “villalba”, la golpeaba sobre una de las puntas, la levantaba, y volvía a golpearla, y así sucesivamente.

EL FICHÉ

Se trataba de un pincho, unos de madera, otros de hierro, que se utilizaba como instrumento. Se marcaba un redondel en la tierra, a ser posible que estuviese blanda, y se comenzaba a tirar el pincho una y otra vez con la sola intención de clavarlo dentro del círculo; si no lo clavabas perdías. ¿Que qué perdías? ........... pues solo perdías. Eso sucedía la mayoría de las veces.


La pandorga
Antes de empezar el juego, había que tener unas buenas dotes de constructor y fabricarse personalmente la pandorga:

- Papel (si era de liar, mejor), una cañas bien recortadas, cuerda abundante, papel de colores y algunas orillas (recortes de los laterales de la tela) para hacer el rabo o cola, y lo más esencial: harina y agua para hacer el pegamento que uniría el papel a las cañas.

Una vez construida la pandorga, el lugar a elegir donde poder echarla al viento, podría ser el Peñasco, la Peña Gorda, etc. y haber cual volaba más alto.

LA BOMBILLA

Para esto en principio se necesitaba poco, sólo una tiza para dibujar en el suelo una buena bombilla. Después se formaban los equipos o grupos y a “echar suerte” haber quien se quedaba el primero. El capitán del primer equipo antes de saltar por encima del que se quedaba habría de decir: ¡ marcas de motos! , y saltaba procurando caer siempre dentro de la bombilla pintada. Si todos decían su marca y al saltar caían dentro, se empezaba de nuevo con otro pequeño examen: ¡ equipos de fútbol de 3ª división! ........... y así intentando complicarlo lo más posible, hasta que había algún grupo que fallaba.

"Adenaka"

Adenaka. ¿ Se escribirá así? . Al menos a mí me suena de ésta manera.

Primero se echaba suerte a ver quién se quedaba de burro.

+Empezaba el juego situándose el burro bien cerca de una raya que se pintaba en el suelo o cerca de algún borde de acera que hubiese. Se empezaba saltando libremente al principio, con polique o sin polique, con manos o sin manos, hasta que al producirse la separación progresiva del burro de la acera o raya, se complicaba la cosa y empezaban a fallar los saltadores y entonces empezaban a quedarse de burro y así................hasta que se hacía de noche.

“AVANCI”

Igual que el anterior tampoco estoy seguro de como se escribe, siempre me sonó así; tal vez sería AVANCE, pero esa voz que tantas veces hemos dado al empezar éste juego, siempre la oí de ésta manera.

Se formaban grupos, se establecía un lugar de reunión y unos grupos salían por ahí a esconderse y al que le tocaba quedarse debía procurar que nadie se colase y coger a mayor número posible de niños de los otros grupos. La mayoría de las veces el juego no terminaba, pues había algunos que no había quienes los cogiera, y algunas veces cuando se regresaba al lugar de reunión, ya no quedaba nadie.

LAS REPRESAS

No sé si sería un juego o no; tal vez no deberíamos catalogarlo como tal, pero lo que sí es seguro es que nos entretenía muchísimo.

Aquellos inviernos de antes, cuando empezaba a llover en el mes de octubre y no paraba hasta que llegaban los Reyes; entonces era el tiempo de jugar a las “represas”.

Los materiales empleados eran muy simples:

- primero unas buenas botas de agua, las de goma negra de Casa de Anacio.

- mucho barro y piedras

- un buen día de agua, para que corriese la calle abajo, y en el punto más bajo de la misma o donde parecía, se empezaba a colocar piedra, barro, piedra, barro, y más piedra y más barro, hasta que el agua quedaba como embalsada. Luego, en su entorno, se sacaban los indios de goma y empezaba la mente a idear batallas y un sin fin de aventuras que, a veces, nos hacían faltar a la escuela.



El trompo
Este juego, como casi todos, era fascinante; ¡ que destreza se necesitaba para ser un buen jugador!

Lo más importante era que el trompo fuese de calidad, y si tenía púa herrera, de casa de Juan Ramírez o de Castilla, mejor que mejor. Una buena puá dada con púa herrera, eso partía el trompo más duro, o al menos lo sacaba bien fuera del círculo.

La cuerda también era importante, tenía que ser de cordoncillo, pues las de pita se deshilachaban mucho, y en uno de sus extremos, para meter entre los dedos, una buena chapa de cerveza o un botón de abrigo podía valer.

El tirachinos
Una buena ganchá, bien de jara o de alambre trenzado, formaban parte de un todo que se completaba con dos gomas bien recortadas de cámara de bicicleta y un trozo de badana o cuero de zapato viejo. ¡Vaya cantidad de piezas las que se necesitaban!

Era uno de los utensilios de más utilidad. Servía tanto para cazar a los gorrioncillos nuevos, ya que apenas se movían después de recibir una buena cantidad de chinazos, o bien para expulsar de nuestro recinto de juego en la calle a los visitantes de otras calles.






Para no aburrir demasiado con éstas “cosas de niños”, dejo buena parte de los juegos de antes para otra ocasión.

"Cosas de Calañas" (Critóbal Llanes Baquero) 

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