Por Juan José García
Narrar los sucedido en la noche del pasado sábado me resulta igual de inefable que tratar de explicar los colores a alguien que nunca ha visto. Aun así, y si tuviera que definirlo con una sola palabra, utilizaría sin duda "Magia", un término que elegimos constantemente para tratar de explicar aquello que en realidad no puede explicarse. De ahí que en lugar de hacer una noticia con lo sucedido, prefiera hacer un artículo de opinión, y enfrentarme a la quimera de tratar de narrar sensaciones en primera persona, sobre el ambiente vivido, donde se respiraba un aire que servía como conductor de energía y emociones, y sirvió para poner la primera vela de un fuego que nuestro amigo Manuel "Kino", supo convertir en llamaradas de arte y corazón.
La semana comenzaba para "El Kino", con la responsabilidad de espantar su mecanizada actuación anterior, donde el fantasma de los nervios, hacía que fuera su cerebro el que cantara por él, para calcular todo lo que tenía que hacer, en lugar de dejar que el corazón tomara las riendas. No es fácil enfrentarse a una cámara en directo, y saber que gran parte de Andalucía observa cada movimiento. A pesar de ello conseguía como podía no perder tono, tempo ni letras, aunque faltaba armarse de ese sentimiento que el artista transmite solo con una mirada. He tenido la gran suerte de poder ensayar con él en mi casa cada vez que me lo ha pedido, y digo suerte porque soy yo el que aprende de él.
Mi labor solo consiste en transponer con el piano la música hasta dar con el tono que mejor se ajusta a su registro, poco puedo enseñarle un ignorante como yo, y menos a la hora de cantar sevillanas, a alguien que ha nacido con ese don. Lo único que creo que he podido aportarle, si es que en realidad le he aportado algo, ha sido ayudarle a creer un poco en él mismo, por medio de la motivación y la sugestión.
La presión de tener que preparar los temas en una semana, y mostrarlos en un escenario moviéndose como pez en el agua, para alguien que me atrevo a aventurar que apenas ha compartido ni la mitad de escenarios que gran parte de sus compañeros, se le presentaba como una quimera a la que no sabía como enfrentarse, a pesar de que contaba con armas suficientes para ello, armas que son innatas y que no se aprenden, pero que se pueden despertar en caso de que uno las tenga. Hasta en los ensayos, seguía portando oleadas de intranquilidad por la obligación de aprender algo con la mente en lugar de con el corazón. Una vez hasta me confesó que había llegado a llorar en casa, porque no se veía capaz de defender la sevillana en la gala.
Repasaba las letras como un credo, pero las olvidaba a la vez por esa carga de autoexigencia que no le dejaba relajarse, y convertía su amada afición, en una alienación de fría matemática, que se basaba únicamente en memorizar. A pesar de ello, un día, tuvo lugar un destello de magia que lo cambió todo. Tras varios ensayos en los que se empeñaba en automatizar el arte, algo se encendió dentro de él, mostrando aquello que guardaba. Habíamos hecho un descanso necesario, como cuando el entrenador pide tiempo muerto con la idea de que el equipo refresque la moral, ante sus repetidos fallos en letra e interpretación.
Recuerdo que le dije que se imaginara como recordaría su paso por el concurso cuando pasaran los años, si quería recordar siempre todo lo mal que lo pasó por la presión, incluso en los ensayos, en lugar revivir estos días con la satisfacción de haber cantando y disfrutado con aquello que más le gusta.
Recuerdo que le dije que se imaginara como recordaría su paso por el concurso cuando pasaran los años, si quería recordar siempre todo lo mal que lo pasó por la presión, incluso en los ensayos, en lugar revivir estos días con la satisfacción de haber cantando y disfrutado con aquello que más le gusta.
No es cuestión de aprender, sino de concebir, y le insistí en que se olvidara de todas las letras, de los gestos, de todo lo que tenía ya predispuesto a hacer en su mente, y que únicamente permitiese que la melodía de la música de introducción, se metiera en su alma y dejara que fuera su corazón y no su mente, el que se encargara de hacer todo lo demás. Aquel día, Rafael Barroso, que estaba con la guitarra, y yo, vimos como su alma se inundaba de luz dentro de él, haciendo que se rompiera ese cuerpo robótico que programaba sevillanas. La manera de cantar, los gestos, las manos, todo iba en armonía por primera vez, he incluso la letra en la que no paraba de equivocarse minutos antes, ahora fluía sin dudas, y cuando eso sucede, aquellos que lo presenciamos, lo hacemos con los pelos de punta, porque se produce el milagro telepático del esperanto musical. Creo que ahí fue cuando aprendió, que no se trataba de aprender, sino de sentir.
Mientras tanto, Calañas y Villanueva de las Cruces se movilizaban para apoyarle, poniendo carteles con sus números para votarle, creando páginas en facebook, haciendo pulseras con su nombre que no paran de venderse, además de escritos de los alcaldes de los Ayuntamientos de ambos pueblos, para tenderle la mano y reconocer su gran labor. Más apoyo, pero a la vez más responsabilidad para alguien que no paraba de ver el lado negativo de todo lo bueno que le estaba sucediendo.
A mitad de semana se gestaría una sorpresa, a partir de una idea de Gracía Mari Jimenez, que conociendo a la guionista del programa de televisión, pensaron en que un gran número de personas, de entre familiares y amigos, se adentrarían en el público de Yo Soy del Sur, poco antes de que él fuera a cantar, por lo cual debían sacar a Manuel del escenario y hacer en ese momento el cambio. El viento se tornaba favorable, la sevillana que le habían dado para interpretar era más acorde a su estilo, había sido el concursante más votado por el público, la gente se movilizaba para apoyarle, había conseguido ensayar con el corazón en la mano por primera vez, y ahora sería su público el que le acompañaría en esta gran cita.
Los astros, parecían alienarse para la ocasión, y lo cierto es que aquella noche del 23 de septiembre que muchos recordaremos siempre, tuvo lugar una importante alineación planetaria entre Mercurio, Venus, Marte y el Sol, y no es una metáfora porque sucedió en la realidad. Aun así no creo que tuviera absolutamente nada que ver, Maria del Monte dijo que haría un truco de magia para Manuel, cuando se produjo el cambiazo del público en televisión, todos sabemos que fue solo una manera de bromear con un truco televisivo, pero lo que pasó después está tan cerca de definir esa palabra, que no podría emplear otra, al igual que podría hasta dejarme engañar por que la influencia de los astros habían marcado este dulce destino.
Nuestro "Kino", rodeado de ese climax de energía positiva, que le dio la sorpresa de ver a todos su amigos y familiares delante, nos volvió a dar una lección de humildad, cuando habló de su vida con Maria del Monte. No tenía que preparar nada, porque los que le conocemos sabemos del lenguaje sincero de su enorme corazón. Aun no había cantado, y ya nos había encendido la luz de las emociones.
Con un ambiente así, lo demás fluyó como una suave brisa de verano. Cuando cantó, era consciente de que los nervios siempre van a estar a su lado, pero no los vio como un enemigo que hay que amedrentar, sino como un aliado en forma de energía, para utilizarlos a su antojo y descargarlo en cada palabra que cantaba. De buenas a primeras, aquel soldadito de plomo que había desfilado una semana atrás por el escenario, ahora se había convertido en un mago que transmitía oleadas de emociones con su potente y delicada voz a la vez, con cada gesto, y dominando el lugar en el que poco antes quedó atrapado como en una tela de araña.
Ahora tenia tiempo hasta para cantarle al jurado, a los concursantes, a la presentadora o al guitarrista en el fandango final, que puso el broche a una interpretación majestuosa, con sus matices, pero que dejó claro que dentro de él había algo grande, que más de uno había subestimado. Poco después, Paquí, la tía de Manuel, haría entrega de nuestra pieza más famosa a Maria del Monte, el sombrero calañés, y como guinda final, "Kino" se convertiría en el ganador absoluto de una noche de orgullo y emoción para nuestro pueblo, que una vez más quedó hermanado con el de Villanueva de las Cruces.
Aunque lo he intentado, no he podido explicar lo vivido porque los sentimientos no pueden convertirse en palabras, compartir los abrazos llenos de alegría como si todos fuéramos hermanos, ver a un pueblo unido como pocas veces, un Ayuntamiento que no dudó en costear los autobuses para acudir a la cita, ver como tanta gente se involucra a la hora de votar y apoyar a nuestro máximo embajador en la televisión, y el orgullo de decir que es de nuestro pueblo.
Una proeza en la que muchos han puesto su granito de arena, pero por supuesto, al que quiero darle las gracias es a nuestro amigo "El Kino", por su arte y aun más por su corazón. En el último ensayo que hicimos en Calañas antes de ir al programa me aposté con él todo el dinero que quisiera, para decirle que estaba seguro de que obtendría el verde del jurado, y que mi única duda consistía en si sería el ganador absoluto de la gala.
Hoy puedo decir que he ganado la apuesta, y que ya la he cobrado con creces, al igual que gran parte de los calañeses y cruceños, gracias a todo lo que nos está regalando. Sigue así amigo, porque cuando pasen los años, recordarás tu estancia en este programa, como una época en la que disfrutaste haciendo lo que más te gustaba, y nosotros también, al unirnos, llorar de emoción y hacernos sentir algo muy parecido a la "Magia".
Qué bonitas palabras!!! Me ha gustado mucho tu relato, porque es tal que así, y así lo pudimos sentir también todos los que lo vimos desde televisión!!! Sigue así Kino!!! Lo conseguirás disfrutando!!
ResponderEliminarLa familia de Torerera está contigo. Ole, ole y ole. Animo y a por todas.
ResponderEliminarDesde bolivia un calanes. Formidable. Manuel. Gracias al. Morante.es he podido disfrutar del cante de mi tierra.
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