Por Juan José García
Ayer fue eliminado Manuel del programa “Yo soy del Sur”, tras 35 galas de esfuerzo insaciable, por competir sin la mitad de las tablas o formación que otros participantes, y dando paso a una evolución constante, en la que entró con pasos robotizados en sus primeras intervenciones, junto con los nervios apoderados de su voz, a terminar siendo un auténtico artista, mostrando su alma al completo para cantar. Un momento que no ha sido tan amargo como se podía esperar, ya que el acoso de la dirección del programa y del jurado había acabado porque fuera el propio concursante el que pidiera que no le votara su público, en un acto de valentía y honor, para dejar claro que solo quería seguir según el criterio del jurado.
En cuanto esto se les sirvió en bandeja, pudieron hacer lo que habían intentado desde antes, ya que incluso Pive recalcó que ya se había despedido de él una vez, y se acabó una lucha que a estaba empezando a pasarle factura a alguien que después de esforzarse como ninguno, tenía que lidiar también con opiniones que rozaban la humillación, en lugar de consejos para mejorar. Ya lo dijo Pepe el Marismeño tras su actuación “No se puede cantar enfadado”, pero claro, cuando antes de hacerlo te proyectan un video en el que la dirección del programa decide sacar las críticas de los concursantes cuestionando tu continuidad en el programa, no es tarea fácil.
A esto hay que sumarle también el criterio elegido por los responsables para decidir el tono y el tiempo de cada sevillana a interpretar, que muy rara vez se ajustaban a las que realmente hacían lucir su voz, quizás para tratar de justificar ese rojo que tanto gustaban de darle, y así hacer caja a modo de llamadas y mensajes con la gallina de los huevos de oro. Él era consciente de que era el más votado, y que de seguir así podía estar en esa esperada final, pero ahí se vio que por delante de la fama está la humanidad, y creo que pocas veces una eliminación en un concurso de este tipo ha sabido tanto a victoria. A partir de ahora podrá volver a disfrutar de su pasión como es su naturaleza, su familia, sus verdaderos amigos y su gran amor, a la que cuando vaya a pedirle que quiere de cenar, ya no le dirá “sevillanas”.
En cuanto a su carrera musical, estoy seguro de que ahora es cuando acaba de empezar, ha demostrado que guarda arte a raudales, y en cuanto cante aquello que quiere, en el tono y las medidas adecuadas, y sin los nervios de ser evaluado por un jurado o por un programa que antes de cantar trataba de desmotivarle, se verá la mejor versión de alguien que ha cautivado a fans de todos los lugares como ninguno en el programa, ya que cuando tienes el respaldo de un gran público, lo tienes todo en la música.
Eso es algo que no le falta, de hecho pasará la historia aquí como uno de los pocos calañeses que ha conseguido que todo un pueblo se uniera y se volcara por su causa. Desde niños a mayores, ha gozado de un respaldo irrepetible, llenado el salón multifuncional de espectadores en cada actuación, o en cada actividad que se hacía por él.
Dicho esto, solo nos queda darle las gracias, por todo lo que ha conseguido y lo que le queda por conseguir, por llevar el nombre de Calañas con orgullo y por bandera, por haber traído a artistas consagrados a nuestro pueblo para disfrute de todos, por su manera de interpretar, su indiscutible arte, del que muchos dudaban en sus primeras galas y a los que ha callado por completo, por su humildad, que ha permanecido y seguirá inalterable a pesar de la fama, y sobre todo por su persona. Porque delante de los artistas están los corazones, y ahí ha demostrado ser el auténtico ganador indiscutible.
GRACIAS KINO.
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