Por Ramón Llanes
La parte más noble de la complicidad
vuela insomne a los brazos
que la eternidad abre para los hombres
del afecto, para quienes gastaron
todos los músculos sentimentales
y son recibidos con honor
en las celestes aguas
de un lugar versificado en silencios
y sonrisas. Nunca más nos oiremos
en noches de patio y estío
ni en pláticas serenas a los lados de Sotiel
pero nos tendremos en un presente indeleble
al lado del propio corazón de la memoria, amigo.
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