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El inquilino

Publicado por : elmorante.es a : sábado, 23 de abril de 2016 0 comentarios
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Para conmemorar el día de libro, desde ElMorante.es no hemos encontrado una mejor manera de hacerlo, que publicando y compartiendo con todos nuestros lectores, un cuento de Paqui Hidalgo, una calañesa que trabaja como bibliotecaria y está enamorada de su trabajo y de la literatura en general. Autora de cuentos, ensayos y artículos, es un claro exponente de la literatura amateur, y de los escritores rurales del Andévalo. Muy vinculada a la literatura infantil, su última creación ha sido una obra de títeres titulada “El volcán de Flamen” la cual estrenó con gran éxito. Os dejamos con este pequeño y dulce cuento “El inquilino”.

Hace tan solo unos meses, en una de las visitas que hago regularmente a mi madre, me contó que tenía en casa un nuevo inquilino no muy deseable ya que su presencia se le antojaba molesta y un poco repugnante.
Estas dos palabras: “molesta” y “repugnante” me parecieron un poco exageradas por su parte hasta que me aclaró quien era ese misterioso visitante: un ratón. Un pequeño pero astuto ratoncillo que deambulaba de habitación en habitación como Sampedro por su casa (digo Sampedro porque justo así se llama mi madre).
Me relató que aunque ya había notado su presencia lo había descubierto una mañana en la jaula de Santi, un canario anaranjado que canta sin parar confundiéndonos constantemente con el sonido del teléfono, ya que curiosamente ha imitado el sonido de éste como si de una grabadora se tratara para reproducirlo una y otra vez.

Pensé y así se lo hice saber a mi madre que siendo los dos animales del mismo tamaño ninguno de ellos corría peligro y de paso se darían compañía en la noche mientras compartían agua y alpiste.
Aún así, no quedó satisfecha con mis fabulaciones y decidió comprar una trampa para ratones de esas a las que les pones un trozo de queso y cuando el desdichado animalito muerde el manjar - ¡ZAS! ¡ATRAPADO!-
Cada noche, atraído por el fuerte olor a queso, el minúsculo roedor se dirigía sigilosamente hacia el peligroso artilugio que contenía tan deliciosa tapa y lo mordisqueaba con tanta prudencia y habilidad hasta que conseguía reducirlo al tamaño
de su boca y llevárselo para saborear el último trozo en su guarida secreta, todo ello sin hacer saltar el dispositivo que lo dejaría prisionero.
Una noche en las que mi hermano, por motivos de trabajo, decide quedarse a dormir en casa de mamá se dispararon ya todas las alarmas para ir en busca y captura del animal, que había dejado de ser un ratoncillo para convertirse en un ratón, gracias a las buenas raciones de queso y alpiste de las que se alimentaba.



Lo sucedido aquel día fue lo siguiente: A mi querido hermano le gustan los caramelos de sabores frutales y había dejado tres de ellos en la mesita de noche. El roedor en su paseo nocturno los descubrió y se llevó uno de ellos a su morada, lugar que también resultaba ser un misterio por resolver, así que pasó toda la noche royendo el caramelo sin dejar dormir ni a mi hermano ni a mi madre. Mientras tanto Santi reproducía el sonido del teléfono sin parar, sinceramente creo que se reía al contemplar la escena.
Dos trampas más compró mi madre y el mejor de los quesos que encontró en el mercado.
Pasaron dos, tres, cuatro noches, una semana y yo casi me había olvidado del asunto hasta que en otras de mis visitas familiares me acordé del inquilino sin invitación y la pregunté a mi madre.

* Mamá ¿Pillaste al ratón?
* ¡Qué va hija! Llevo 2 quesos gastados, he comprado pegamento para roedores aparte de las tres trampas y antes de irme a dormir reparto el queso por todas ellas.
En este momento Santi reproduce el sonido del teléfono y ya no me cabe duda, es una burla directa y clara pero prefiero no
decírselo a mi madre que ya bastante desesperación tiene con el susodicho. Las dos lo miramos con cara de decirle ¡CÁLLATE!
Después de la interrupción de Santi continúa mi madre con la conversación
* Bueno pues eso, todas las noches se repite la misma faena y por la mañana no hay queso ni ratón.
Mi madre suspiró resignada y me hizo una pregunta a la cual encontré rápida y efectiva solución
* ¿Qué crees que podría hacer con el asunto del ratón?
A lo cual yo respondí: - Mamá, creo que va siendo hora de que le pongas un nombre. Acéptale y adóptalo como mascota, total de comer ya le das.

Paqui Hidalgo Borrero.

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