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Disciplina, imaginación y cariño contra el Parkinson. Entrevista a Manuel Fernández Gómez

Publicado por : manuel contreras acuña a : viernes, 29 de julio de 2016 1 comentarios
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Por Manuel Contreras



Manuel Fernández en su despacho


Nació y creció donde me contaron que hubo una vez un hospital, de hecho, su casa de toda la vida era la mitad de aquél, puesto que en la otra mitad me crié yo. Sin embargo por cuestión de edad, a penas sí lo recuerdo de niño en sus visitas a la familia. Ahora de mayor he tenido la oportunidad de conocerle mejor. Hace unos días quiso que le entrevistara para contarme la historia de su enfermedad, de la que ha mejorado sorprendentemente, incluso para los médicos.

“Si pasa el tiempo, como ha pasado, me pregunto porque me he tenido que exigir tanto” comienza diciéndome en una charla algo desordenada.


Yo tendría unos 45 años, empecé a notarme una serie de irregularidades, como por ejemplo,  estaba esperando el semáforo y me quedaba quieto porque creía que no me daba tiempo a cruzar, pero la gente lo hacía con normalidad, entonces pensaba ¡Manuel, estás en la inopia! o no quería subir en el ascensor porque me daba miedo, me fijaba por ejemplo en la marca, cosas que forman parte de la dinámica diaria, pero sin embargo no era así para mí. Además yo tenía una serie de dolores y una curvatura en mi espalda mayor de lo normal, mi mujer pasado unos años me dijo, porque las mujeres nos conocen mejor que nadie, ¡tú vas a ir a un neurólogo! porque estás muy torpe, estás viejo para tu edad, entonces allí nada más verme me dijeron que tenía un síndrome parkinsoniano, y me explicaron que consistía en que las células se mueren y entonces susurré” sonríe irónico mientras me mira y hace una pausa narrativa “¿Qué dice usted? Me dijo el médico. Nada que si llego a saber esto con 30 años le doy la razón a Dante, Petrarta y Bosccaccio, los padre de la comedia que decían que todo era mentira, con lo de sofocones que me he llevado yo en la vida”

“Después de eso estuve unos días perdido, pero pensé este es un problema importante, y cuando tengo uno me voy al mar, allí reflexioné y me dije, me voy a agarrar a la fe, voy a hacer un sacerdocio, por decirlo de alguna manera, y mi dogma va a ser mejorar mi movilidad y mi memoria, todo lo que haga falta para no amargarle la vida a mi mujer y a mi hija”.

Me describe con detalle cómo surgió, su auto-terapia para mejorar la memoria, “Yo he estado colaborando con asociaciones de acogida de niños, iba para allá y les contaba cuentos a los más pequeñitos, para entretenerlos. Y veía que eso me hacía bien, el contacto con los niños, el tener la cabeza en otra cosa” y prosigue diciéndome, “Un día de casualidad, un buen amigo mío, que es psiquiatra, las paradojas de la vida, salió de casa y se enajenó, su mujer me pidió que la ayudara a buscarlo, yo sabía dónde estaba, y allí me lo encontré, en un parque todo lleno de helados y con la mirada perdida. ¿Qué haces aquí?- Le pregunté- Estudiar el ojo parabólico de la mosca”. Esas dos experiencias han llevado a Manuel, a realizar un cómic basado en las moscas, “Mosquilandia” que aúna dos de sus pasiones la pintura y la literatura.

Imagen de un personaje del cómic "Mosquilandia"


En la tienda que tenía su padre aprendió algo que le ha servido para toda su carrera profesional,  que todavía ejerce, “el cliente siempre tiene la razón”. Entonces comenzó a llevar un caparazón delante de los demás de buenos modos y educación, aunque confiesa, que “su mente estaba en otro lado”, que en la “soledad se ponía su pijama de fantasía”. “La imaginación es muy buena para mejorar la memoria” sentencia.

Dibujo de fantasía

"Nunca quise ser otra cosa que comerciante", recuerda con cariño su etapa de Arcos, y dice que los clientes son para él como amigos, ya que le encanta el contacto humano. Aunque, a veces encuentra dificultades, para tener una conversación interesante.

Entonces, melancólico, me dice con que necesita del contacto humano y que echa de menos a sus hermanos y a sus padres,” Me gustaría estar más tiempo con mis hermanos, el roce, el cariño, echo muy en falta a mis hermanos y a mi madre sobre todo. Las residencias no valen para nada, el amor de los hijos no los sustituye nadie. A mi padre también lo echo de menos, pero él se fue hace más tiempo”, con una mezcla llena de coherencia y ternura me dice refiriéndose a los problemas que se ha encontrado en la vida, “A veces es necesaria una gota de locura en algunos momentos, pero sin pasarse, porque uno es más útil cuando usa la lógica”.

A Don Manuel, él me llama así siempre, la familia le parece lo más importante y dice, no sin razón,  que “la familia debe ser un bloque granítico, muchos problemas se solucionarían hablando en la mesa camilla, en lugar de contarlos en la calle”. Sin embargo, aprecia enormemente a sus vecinos de la calle el barrio de “su” Calañas y de La Orden (Huelva), donde lleva casi toda la vida. Me contaba que Fernanda era como una hermana más. Y a mi abuela la recuerda con cariño cada vez que habla de ella, me cuenta algún refrán suyo, y susurra “¡Qué mujer!”

“Mis vecinos aquí (La orden) me tienen muy vigilado, no me vaya a perder, o me pase algo, están muy encima de mí siempre, es algo que quiero agradecer públicamente”.

“El médico me ha rebajado, después de 13 años, por segunda vez la medicación. Los libros de autoayuda no me han servido para nada, de hecho creo que se sabe muy poco de mi enfermedad. Yo creo que respondemos a estímulos, y  creo que además de mi actividad” -no solo realiza tareas artísticas, sino que friega el suelo de su casa a la vieja usanza, de rodillas, lo que le ha permitido mejorar su movilidad- “el estar rodeado de cariño me ha ayudado mucho”.



“Aunque soy creyente, la espiritualidad no me ha servido de mucho en el día a día. Lo que sí me puede es la naturaleza, una puesta de sol con todo rojo, entonces pienso, que grande debe ser Dios”


Para finalizar me agradece la oportunidad de dar a conocer su caso, y me dice que para superar esta enfermedad, Parkinson, es necesaria, además de la medicina, una mezcla de “Disciplina, imaginación y cariño”.

1 comentarios: para Disciplina, imaginación y cariño contra el Parkinson. Entrevista a Manuel Fernández Gómez

  1. Una persona versada donde no los halla. He tenido el placer de conocerte hace años.
    Esas grandes charlas y partidas de ajedrez donde me contabas historias donde prestaba los oídos para entenderlo de la mejor forma posible.

    No cambies nunca Manuel, se hercúleo y vigoroso, a sin tu enfermedad no te traspasara, donde tendrás que batallar diariamente troncando la forma de guerrear.

    Quería darte las "GRACIAS" por todo y se bienaventurado, te lo mereces.

    Un gran saludo de tu vecino Eduardo Castilla.

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